lunes, 8 de diciembre de 2008

El francés me habla. Pregunta si también soy escritor, a lo que respondo que no. Me regala un libro, su última edición. Me invita a un coñac. Acepto y se siente frente a mí. Tiene algo extraño, especial, pero no logro identificar que tan favorable sea eso. Conversamos, largas horas. Anda de paso. Viaja cada vez que se lanzará un libro suyo, en cualquier lugar del mundo. Me da su número. Puede servir, quién sabe. Me quedo sentado, y leo su libro, y cada página es como si el libro fuera escrito y dedicado a mí. No puedo creerlo, es el triste reflejo de mi vida. Tomaría mi día entero por acabarlo, y saber por fin en qué termina. Es excitante, cada página, cada nombre, cada hora. Saco mi mp4 nuevamente. Está en aleatorio, se escucha “Look what you’ve done” de Jet.

En la página treinta del libro, dice que me dirija enseguida a una galería que queda a tres cuadras del café. Que por ningún motivo me detenga. No sé qué es, pero algo me impulsa a hacerlo inmediatamente. [La mujer me toma fuerte del brazo, creo que hasta me lastima un poco, tiene cierta agresividad exuberante y provocadora. Me oprime los labios contra los suyos. Es un jugo exquisito, como beber agua de manantial. Sus labios son jugosos. Me muerde. Me gusta. Abro la puerta, no puedo permitir que ella lo haga todo, sin embargo ya estaba empujándome hacia adentro. Es extraño, jamás una mujer había dominado la situación, y a pesar de ello, no puedo evitar dejarme llevar por sus encantos, sus ideas, sus proposiciones. De a poco caminamos hacia adentro, sin soltarnos. Es como si conociera perfectamente el lugar. Claro, tiene sentido si considero que el departamento ya estaba abierto cuando llegué. En realidad qué habrá hecho para eso es lo que menos me interesa en este momento. Sólo no quiero que se vaya.]

Me encuentro con un tipo en el camino. Me detiene, no pretendo hacerlo. Se ve desmarañado, y usa trapos sucios. Me asusta un poco. El tipo se para delante de mí, y hago esfuerzos por evitarlo, pero se rehúsa a abandonar su plan. Me pide dinero, pero no pienso darle. Me niego, y comienza a ponerse un tanto furioso, me importuna este tipo, podría tener algún arma consigo. Le entrego algo de dinero, siento que el tiempo corre desfavorablemente para mí. Me deja tranquilo y se aleja. Se escucha “Kiss of death” de New Order. Llego a la galería de arte. Una mujer encantadora está abandonando el lugar. Va apurada. Es una pena que se vaya. Un hombre se me acerca, me ofrece un tablero para adquirir cuadros en una subasta de cuadros nacionales. La rechazo. Me voy. No comprendo cuál era el fin de esa nota en el libro.

A lo lejos veo a la mujer. Mi instinto animal me insita a seguirla. No debería, podría asustarse, pero no me importa realmente.

 

 

 

sábado, 6 de diciembre de 2008

Inmutable


Camino. Me dirijo hacia aquel parque de la periferia de la cuidad. Estoy como eufórico. Ya lo decidí, mañana renuncio. Creo que la vida es como un soundtrack, pero el director debe saber ser un genio. Poner la música correcta, en el momento correcto, porque es la música la que narra. Escucho "Wild Houses" de Rolling Stones. [Me gusta. Me gusta mucho. Creo que tiene el don de la pureza y la sensualidad. Nunca había visto tal combinación. Es especial. Me dirigí hacia esa galería de arte después de aquel paseo en el parque. Estaba allí. Se ve bellísima, creo que los vestidos que descubren sus hombros le sientan perfecto.] Supongo que nadie podría despreciarme por sentirme un ganador, por prender un cigarro de marihuana y fumarlo sentado en un columpio. El papel tiene sabor a chocolate.

Continúo mi camino. Leo el diario. Un muchacho ha desaparecido, probablemente se tiró al río, dicen la mayoría de las hipótesis. Lo ha intentado muchas veces antes, no así, claro. [Esta muchacha es diferente. Me mira, creo que entre nosotros hay tensión sexual no resuelta. Pasó por el lado. Me rozó el brazo. Están subastando cuadros de pintores nacionales. Yo decido partir la subasta. Ella me sigue, y propone un monto tres veces mayor al mío. Se para junto a mí, sin embargo, opta por tomar una actitud más indiferente. Probablemente notó mi interés.] Cambió el tema, se oye “Woman” de Neneh Cherry, jamás lo había oído, me gusta, es ad hoc.

Camino. Supongo que no hay mejor tratamiento para despejar la mente, que caminar. Hay un café literario por aquí cerca. Hay muchos extranjeros. Junto a la ventana hay muchos libros. Cortázar, ah!, me encanta. Me quedo. [Decidí irme y ella decide aún mejor, me sigue. Me dirijo hacia un departamento, el de un amigo. Lo cuidaré por tres días, mientras viaja por trabajo. También verá que puede hacer por mí, no seguiré haciendo esto. La verdad es que siempre quise ser fotógrafo. Tengo cierta psicopatía que nos hace especiales. Los elegidos.

Me metí a un negocio a comprar cigarros, siento sus tacos bajos sobre la arena de los adoquines. Me encanta. Su cabello brillante y ondulado, me recuerda a una antigua novia. Fue el amor de mi vida, después de ella todo fue destrucción.] Tengo sensaciones horribles que me encantan. Cualquiera diría que soy un psicópata, o un pervertido, no me importa, me encanta lo que pienso, probablemente lo lleve a cabo. Tengo ciertas reservas, pero mis cavilaciones son demasiado fugaces, qué hacer contra la poderosa mente del hombre. A lo lejos veo un francés, su aire parisino y sus costumbres, a veces indeseables le salen por los poros. Hago contacto visual. Creo  que el tipo es escritor, su cara me es conocida. Esperaré a que se acerque. [La mujer no se detiene al verme en aquel almacén, se va. Compro una redbull, hace tres días que no concilio el sueño, no puedo, ando como zombie. La dejo ir. Salgo de allí, y continúo mi camino. La calle es muy larga, a menos que haya entrado a una de estas casas viejas de adobe, ¡no podría haber desaparecido!. Se veía única. Llego al edificio de 15 pisos, asco. Tomo el ascensor, demasiado para mi inexistente ejercicio matutino. Dejo al ascensor. Me dirijo hacia mi puerta y está ahí. Afuera. Me acerco a la puerta con las llaves en la mano, y resulta que ella tiene la puerta abierta. Llego frente a ella, suficientemente cerca como para lograr sentir su respiración, y ese olor a helado de chocolate con crema. Me habla al oído. No le comprendo muy bien. Y entonces me toma la cabeza y me besa. Un beso eterno. Increíble.]

  

Continúa…